Caballero entrado en años
Autor: Señor Diez, dedicado a Mayte, el Tío Jano el Tío Pit y el Tío Fer.
Estamos en guerra, una guerra demográfica y de culturas. La disminución de los nacimientos y el aumento incesante de la expectativa de vida están generando en todo el mundo un fenómeno mundial de envejecimiento de la población sin precedentes. Nos encaminamos a un mundo que no hemos conocido en el cual las personas mayores serán numéricamente muy abundantes.
Según la ONU en el año 2050 en un país considerado joven como México un 19 % de la población superará los 65 años de edad y vivirán en los Estados Unidos Mexicanos unos 6 millones de personas mayores de 80 años. El caso de España es el más acusado en este sentido con un 35% de mayores de 65 y también 6 millones de mayores de 80.
Hasta ahora la vejez se consideraba un fenómeno de países desarrollados y básicamente femenino, es decir la supervivencia más alta de algunos grupos como las mujeres japonesas o catalanas hacían de esos países tierra de chicas muy muy mayores. Esto está cambiando en muchos sentidos la ONU pronostica para la India 50 millones de mayores de 80 años para el año 2050.
La buena noticia es que los caballeros cada vez tardan más en morir. Hoy en día una gran cantidad de enfermedades cardiovasculares, típicamente masculinas, se están logrando controlar. En el mundo desarrollado es ya extraño encontrar un hombre universitario de más de 40 años que fume y que no se cuide algo en las comidas. Por lo tanto nos encaminamos a una masculinización de la vejez en lo que respecta al mundo desarrollado.
Sin embargo este fenómeno se acompaña de una gran marginación de las personas mayores, un desprecio a las personas que aparentemente han cumplido con el ciclo reproductivo y productivo. Es como si una vez cumplidas esas obligaciones de la especie las personas mayores pasasen a ser envases desechables que están molestando por todas partes con su tozudez por seguir vivos. Se habla de los gastos en pensiones con mucha alarma, preocupa la construcción de geriátricos y el gasto médico-farmacéutico de los mayores.
Por más que muchos octogenarios se empeñan en lanzarse en paracaídas, escalar cumbres muy elevadas o cruzar el Pacífico en un pequeño velero, los hombres y las mujeres mayores están destinados a convertirse en invisibles. En la televisión no aparece nunca nadie mayor de 50 años, a no ser que se trate de un anuncio de compresas para la incontinencia urinaria, planes privados de pensiones o adhesivos para dentaduras postizas. A las personas mayores se las estigmatiza con su lentitud, mala memoria y otras taras desmentidas una y mil veces por la ciencia contemporánea. Existe una discriminación por edad que a veces es, como toda discriminación, sutil e imperceptible para todo aquel que no sea objeto de la misma. Algo similar ha sucedido y sucede con las mujeres, pero su lucha y evolución ha dado sus frutos y todos somos conscientes del machismo y otras formas de exclusión.
La discriminación por edad es una suerte de machismo o de sexismo silencioso que pretende atacar a los que en un futuro seremos la mayoría de la sociedad ¿No es hora ya de rebelarse? Muchas veces cuando alguna jovencita me trata de usted le digo que no admito este trato ya que lo considero discriminatorio para un hombre cercano a la cincuentena.
Sin menosprecio de los jóvenes, la juventud es una enfermedad que se cura con la edad, hemos de decir que cuando las personas mayores seamos una gran mayoría de votantes, contribuyentes y consumidores, muchas de las actuales tiranías como la moda juvenil tal vez cambien. Habrá poderosos lobbyes de lobos grises y se impondrá la presencia de los entraditos en años en la política, en los medios de comunicación y en todas las áreas sociales determinantes del comportamiento colectivo.
Afortunadamente en nuestro mundo spanko, pese a que no estamos libres de los prejuicios generales de la sociedad, los caballeros entraditos en años cotizan alto. Esto es debido a que el mundo spanko es un mundo poblado por Tíos, Papis, Profesores, Jefes y otras figuras masculinas de autoridad que normalmente pueden doblar y hasta triplicar la edad de su spankee, real o imaginaria (eso es lo bueno).
Eso es lo que me gusta del mundo del spanking tanto las entraditas en carnes como los caballeros entrados en años no somos discriminados, bien al contrario se valoran unas buenas curvas y se aprecian unas canas adornando la augusta cabeza de un spanker maduro.
Todo el morbo y el roleplaying de la edad juegan un papel fundamental en el mundo imaginario spanko. No en vano es un mundo con raíces muy hondas enclavadas en la infancia.
El peinar canas, en nuestro planeta spanko, imprime carácter. Muchas spankees me han confesado que ser nalgueadas por un jovencito no les produce el mismo efecto erótico, ni les ofrece la misma confianza derivada de la experiencia del spanker, que ser azotadas por un autoritario caballero entrado en años.
Estamos en guerra, una guerra demográfica y de culturas. La disminución de los nacimientos y el aumento incesante de la expectativa de vida están generando en todo el mundo un fenómeno mundial de envejecimiento de la población sin precedentes. Nos encaminamos a un mundo que no hemos conocido en el cual las personas mayores serán numéricamente muy abundantes.
Según la ONU en el año 2050 en un país considerado joven como México un 19 % de la población superará los 65 años de edad y vivirán en los Estados Unidos Mexicanos unos 6 millones de personas mayores de 80 años. El caso de España es el más acusado en este sentido con un 35% de mayores de 65 y también 6 millones de mayores de 80.
Hasta ahora la vejez se consideraba un fenómeno de países desarrollados y básicamente femenino, es decir la supervivencia más alta de algunos grupos como las mujeres japonesas o catalanas hacían de esos países tierra de chicas muy muy mayores. Esto está cambiando en muchos sentidos la ONU pronostica para la India 50 millones de mayores de 80 años para el año 2050.
La buena noticia es que los caballeros cada vez tardan más en morir. Hoy en día una gran cantidad de enfermedades cardiovasculares, típicamente masculinas, se están logrando controlar. En el mundo desarrollado es ya extraño encontrar un hombre universitario de más de 40 años que fume y que no se cuide algo en las comidas. Por lo tanto nos encaminamos a una masculinización de la vejez en lo que respecta al mundo desarrollado.
Sin embargo este fenómeno se acompaña de una gran marginación de las personas mayores, un desprecio a las personas que aparentemente han cumplido con el ciclo reproductivo y productivo. Es como si una vez cumplidas esas obligaciones de la especie las personas mayores pasasen a ser envases desechables que están molestando por todas partes con su tozudez por seguir vivos. Se habla de los gastos en pensiones con mucha alarma, preocupa la construcción de geriátricos y el gasto médico-farmacéutico de los mayores.
Por más que muchos octogenarios se empeñan en lanzarse en paracaídas, escalar cumbres muy elevadas o cruzar el Pacífico en un pequeño velero, los hombres y las mujeres mayores están destinados a convertirse en invisibles. En la televisión no aparece nunca nadie mayor de 50 años, a no ser que se trate de un anuncio de compresas para la incontinencia urinaria, planes privados de pensiones o adhesivos para dentaduras postizas. A las personas mayores se las estigmatiza con su lentitud, mala memoria y otras taras desmentidas una y mil veces por la ciencia contemporánea. Existe una discriminación por edad que a veces es, como toda discriminación, sutil e imperceptible para todo aquel que no sea objeto de la misma. Algo similar ha sucedido y sucede con las mujeres, pero su lucha y evolución ha dado sus frutos y todos somos conscientes del machismo y otras formas de exclusión.
La discriminación por edad es una suerte de machismo o de sexismo silencioso que pretende atacar a los que en un futuro seremos la mayoría de la sociedad ¿No es hora ya de rebelarse? Muchas veces cuando alguna jovencita me trata de usted le digo que no admito este trato ya que lo considero discriminatorio para un hombre cercano a la cincuentena.
Sin menosprecio de los jóvenes, la juventud es una enfermedad que se cura con la edad, hemos de decir que cuando las personas mayores seamos una gran mayoría de votantes, contribuyentes y consumidores, muchas de las actuales tiranías como la moda juvenil tal vez cambien. Habrá poderosos lobbyes de lobos grises y se impondrá la presencia de los entraditos en años en la política, en los medios de comunicación y en todas las áreas sociales determinantes del comportamiento colectivo.
Afortunadamente en nuestro mundo spanko, pese a que no estamos libres de los prejuicios generales de la sociedad, los caballeros entraditos en años cotizan alto. Esto es debido a que el mundo spanko es un mundo poblado por Tíos, Papis, Profesores, Jefes y otras figuras masculinas de autoridad que normalmente pueden doblar y hasta triplicar la edad de su spankee, real o imaginaria (eso es lo bueno).
Eso es lo que me gusta del mundo del spanking tanto las entraditas en carnes como los caballeros entrados en años no somos discriminados, bien al contrario se valoran unas buenas curvas y se aprecian unas canas adornando la augusta cabeza de un spanker maduro.
Todo el morbo y el roleplaying de la edad juegan un papel fundamental en el mundo imaginario spanko. No en vano es un mundo con raíces muy hondas enclavadas en la infancia.
El peinar canas, en nuestro planeta spanko, imprime carácter. Muchas spankees me han confesado que ser nalgueadas por un jovencito no les produce el mismo efecto erótico, ni les ofrece la misma confianza derivada de la experiencia del spanker, que ser azotadas por un autoritario caballero entrado en años.
10 comentarios
10 -
Tane -
besos a todos
maria[P] -
María
10 -
Una de tantas -
Un beso a todos los spankers, los canosos y los imberbes.
Pit -
Pit -
Pir -
En serio, un FENOMENAL articulo.Una preclara visión del futuro que nos aguarda.Esperemos estar allí para contarlo durante el mayor tiempo posible.
Abrazo pa´ti.
Azotines para todas estas petardillas spankes je je je.. valee y besitossss también.
10 -
Tane -
besos
Tane