Homenaje a la fusta
¡Qué gran instrumento de castigo es la fusta! Pequeña, transportable, certera, precisa, es la mejor amiga del spanker moderno.
Adoro mis fustas. Para mí además de su valor práctico encierran un valor sentimental enorme. Una de ellas fue el primer regalo que me hizo el día que nos conocimos una persona a quien quiero mucho, sobra decir que ese mismo día la estrenamos. Otra fusta que tengo es retráctil, se hace más pequeña mediante un ingenioso sistema telescópico lo que la convierte en la fusta ideal del ejecutivo de nuestros días ya que cabe en su maletín. Esta fusta viaja conmigo y una mujer que disfruta de sus servicios siempre tiene la esperanza que me la haya olvidado en mis desplazamientos, pero parafraseando al título de una película sobre el secuestro de una niña en Irak mi lema es no sin mi fusta.
No quiero colocar el castigo basándose en fusta por encima o por debajo de otras prácticas. Por supuesto que nada puede sustituir a los azotes a mano, nada supera en intimidad y sensualidad a un buen otk tradicional. Y por supuesto el noble cinturón, que abandona sus presillas cuando el spanker se ve colmado por la santa indignación para irse a estrellar contra las nalgas no tan inocentes de la malvada spankee, es un compañero siempre disponible del spanker. Tal vez tiene el inconveniente de no ser preciso y puede escaparse a otras áreas en las que deje marcas inconvenientes. Su manejo, al menos en mi caso, requiere una gran destreza ya que no es preciso. Por otra parte la zapatilla y el cepillo son instrumentos muy hogareños, más bien femeninos, que tienen sus adeptos inquebrantables. A mí no me gustan tanto los instrumentos rígidos como reglas de madera, paletas o cepillos. Los objetos rígidos me producen una sensación de objeto peligroso, cosa que en la práctica no es así. Los látigos no me acaban de convencer ya que requieren, además de una gran pericia en su uso, una distancia demasiado grande de la spankee.
Hay algunos instrumentos que me atraen mucho pero con los cuales no he trabajado lo suficiente aún como es el cane. Por cierto conozco un spanker que creo que cultivaba sus propios canes en casa leyéndoles en inglés y abonándolas con productos caros de floristería. Me gustaría que me regalasen una cane, pequeña y flexible.
Volviendo a mi homenaje a la fusta quiero decir que esta fiel compañera es certera, precisa, no excesivamente dolorosa más bien su efecto es el de un picor repentino y estéticamente es un placer contemplarla. El sonido rítmico de una fusta restellando contra la piel de un glúteo de una spankee culpable de alguna falta es una música grata a los oídos.
Una buena sesión de spanking contiene en su primera fase un prolongado ritual de azotes sobre las rodillas, con la faldita levantada y las braguitas de algodón blancas bajadas a medio muslo. En una segunda etapa se le puede exigir a la spankee infractora que se quite la faldita y las braguitas, quedando desnuda de la cintura para abajo; de esta guisa se la puede hacer tumbar con el tronco descansando sobre una mesa y las piernas muy separadas, siendo esta la posición ideal para un castigo a la fusta. Incluso la fusta sirve para, de forma muy delicada, separar ligeramente sus labios para comprobar el efecto del castigo. Cuando da muestras de cansancio, hay que ver que considerados somos los spankers, se la puede acomodar tendida sobre la cama, con unos cojines bajo su pelvis, de forma tal que la eleve convenientemente para recibir la última dosis de fusta.
Luego colgamos la fusta en un lugar preeminente de la habitación y lo que viene después, queridas amigos y amigas, ya es otra historia...
Señor Diez
Adoro mis fustas. Para mí además de su valor práctico encierran un valor sentimental enorme. Una de ellas fue el primer regalo que me hizo el día que nos conocimos una persona a quien quiero mucho, sobra decir que ese mismo día la estrenamos. Otra fusta que tengo es retráctil, se hace más pequeña mediante un ingenioso sistema telescópico lo que la convierte en la fusta ideal del ejecutivo de nuestros días ya que cabe en su maletín. Esta fusta viaja conmigo y una mujer que disfruta de sus servicios siempre tiene la esperanza que me la haya olvidado en mis desplazamientos, pero parafraseando al título de una película sobre el secuestro de una niña en Irak mi lema es no sin mi fusta.
No quiero colocar el castigo basándose en fusta por encima o por debajo de otras prácticas. Por supuesto que nada puede sustituir a los azotes a mano, nada supera en intimidad y sensualidad a un buen otk tradicional. Y por supuesto el noble cinturón, que abandona sus presillas cuando el spanker se ve colmado por la santa indignación para irse a estrellar contra las nalgas no tan inocentes de la malvada spankee, es un compañero siempre disponible del spanker. Tal vez tiene el inconveniente de no ser preciso y puede escaparse a otras áreas en las que deje marcas inconvenientes. Su manejo, al menos en mi caso, requiere una gran destreza ya que no es preciso. Por otra parte la zapatilla y el cepillo son instrumentos muy hogareños, más bien femeninos, que tienen sus adeptos inquebrantables. A mí no me gustan tanto los instrumentos rígidos como reglas de madera, paletas o cepillos. Los objetos rígidos me producen una sensación de objeto peligroso, cosa que en la práctica no es así. Los látigos no me acaban de convencer ya que requieren, además de una gran pericia en su uso, una distancia demasiado grande de la spankee.
Hay algunos instrumentos que me atraen mucho pero con los cuales no he trabajado lo suficiente aún como es el cane. Por cierto conozco un spanker que creo que cultivaba sus propios canes en casa leyéndoles en inglés y abonándolas con productos caros de floristería. Me gustaría que me regalasen una cane, pequeña y flexible.
Volviendo a mi homenaje a la fusta quiero decir que esta fiel compañera es certera, precisa, no excesivamente dolorosa más bien su efecto es el de un picor repentino y estéticamente es un placer contemplarla. El sonido rítmico de una fusta restellando contra la piel de un glúteo de una spankee culpable de alguna falta es una música grata a los oídos.
Una buena sesión de spanking contiene en su primera fase un prolongado ritual de azotes sobre las rodillas, con la faldita levantada y las braguitas de algodón blancas bajadas a medio muslo. En una segunda etapa se le puede exigir a la spankee infractora que se quite la faldita y las braguitas, quedando desnuda de la cintura para abajo; de esta guisa se la puede hacer tumbar con el tronco descansando sobre una mesa y las piernas muy separadas, siendo esta la posición ideal para un castigo a la fusta. Incluso la fusta sirve para, de forma muy delicada, separar ligeramente sus labios para comprobar el efecto del castigo. Cuando da muestras de cansancio, hay que ver que considerados somos los spankers, se la puede acomodar tendida sobre la cama, con unos cojines bajo su pelvis, de forma tal que la eleve convenientemente para recibir la última dosis de fusta.
Luego colgamos la fusta en un lugar preeminente de la habitación y lo que viene después, queridas amigos y amigas, ya es otra historia...
Señor Diez
20 comentarios
deseosa -
10 -
niña dos -
Un respetuoso abrazo desde México
niña dos
fustazo -
fustazo -
La Uno -
Sr. Diez -
tane -
La fusta duele,
la fusta marca,
el spanker tiene fusta
pero no tiene barca (es que lo de las rimas...)
Me cuesta dios y ayuda aguantar los azotes con la fusta, sobre todo cuando van dirigidos a según qué zonas pero el spanker es inconmovible y no para hasta haber acabado con lo que considera adecuado.
Todas y cada una de las veces, espero y sueño que la fusta se le mustia en la mano, que se reblandece y queda inservible pero todas y cada una de ellas, su querida fusta sale triunfante. Por cierto, es plegable, según dice, la mejor amiga del ejecutivo, se escamotea perfectamente entre los papeles del maletín o en un bolsillo cualquiera.
A ver si un día, de tan plegable y tan escamoteable, se le extravía.
10 -
niña 5 -
Para mi la fusta, sin duda, ha significado mucho en mi vida como spankee, siempre las ha habido por casa pero nunca para ese uso... y recuerdo el primer dia que la usaron conmigo para darme unos azotes. Fue un dia especial y excitante...ya hace mucho de eso...pero como dice una cancion de Sade (no del Marques) nunca es tan bueno como la primera vez.
10 -
2005.03.25 14:12
IP:ip- 127.0.0.1; host- Mozilla/4.0 (compatible; MSIE 5.0; Windows 98; DigExt);
Anónimo -
besos
10 -
niña dos -
Un beso
15 -
Saludos y Besos
Jano -
(no es broma: de doma de caballos, larga, preciosa). La necesitaba para un documental que estaba haciendo.
Jamás me la devolvió (???????)
Jano.
15 -
Gracias por el bello articulo.
Besos
10 -
dos : ) -
Definitivamente el corazoncito de cada quien se inclina más por este implemento que por aquel, y en mi caso, es la mano, la poderosa y fuerte mano la dueña de todas mis fantasías, de todos mis sueños estando despierta, las manos de un hombre es algo que siempre veo con gusto y morbo, me encantan!! y esque... hacen maravillas con ellas!! incluídas... las NALGADAS!...jaaaa... y después sería el cinto, por ser un implemento para mí, netamente masculino incluído su ritual para ponerlo, o para... mmmmmmmmmmmmmmmm!!! quitarlo!! :D
La fusta?, no gracias, será que toda mi vida escogí haber sido una yegua salvaje y libre si hubiera podido elegir qué animal ser?
Hoy prefiero los animalitos con alas, pero a mis caballos preciosos los sigo teniendo en mi corazón.
Efectivamente Don Diez, el cinto requiere de habilidad, pero bien enrollado en el puño y aplicado con la inocente mujercita puesta sobre las rodillas, le aseguro que es POR DEMÁS eficiente!!! bwwaaaaaaaaaaaaaa !!!
besos
dos... y dos cuatro cuatro y dos son seís seís y dos ocho y ocho dieciséis *muack*
Sr. 10 -