Los otros fetiches
Autor: Señor Diez
Los spankos que somos verdaderos niños grandes tenemos varios juegos y varios juguetes. No solo de azotes vive el Hombre. De momento dejo de lado el fetiche medical, sobre el cual me gustaría ver algún artículo en este blog seguido de unos cuantos e inteligentes comentarios.
La palabra fetiche, según recuerdo proviene del portugués y significa algo así como figura, en definitiva un objeto al cual se le profesa una adoración de marcado carácter sexual. Del objeto, esa adoración o fijación que dirían los psicoanalistas, pasa a determinadas partes del cuerpo humano. El ejemplo clásico es la fascinación por el calzado, estilizados y negros tacones de aguja, que pasa a la adoración del pie.
Evidentemente la percepción fetichista puede ir más allá, buscar objetos de adoración más complejos como la de un amigo mío que le gustan las piernas de las chicas, pero no cualquier pierna es capaz de satisfacer su mirada y de despertar su libido, él busca en la calle, en gimnasios, en discotecas, en playas y en todas partes en donde haya piernas de mujer un par de extremidades casi anoréxicas de delgadas pero de músculos muy marcados. Para mi pobre amigo no existe mujer atractiva sino hay una tibia, un peroné, una rótula y un fémur recubiertos de unos fibrados y estrechos gemelos, de unos femorales tensos pero poco voluminosos y de unos isquiotibiales largos y marcados.
Internet tiene una profusa iconografía de casi todos los fetiches posibles, desde fotografías artísticas de damas vestidas en cuero, látex y otros materiales apropiados, hasta fotos de baja calidad y peor gusto. Sin embargo el mundo del fetichismo parece inagotable y a muchos una parte del cuerpo, una prenda de vestir, una determinada posición, un objeto, nos puede despertar el deseo sexual de una forma instantánea. En algún artículo que he leído, especialmente con abordaje psiquiátrico, se decía que el fetichismo era más bien cosa de hombres, yo, sin otro fundamento que mi propia experiencia y lo que me han contado, discrepo de ese punto de vista ¿cómo se explica sino que una mujer sea capaz de gastarse 645 en un bolso de Prada?
Uno de mis muchos fetichismos, de los otros fetichismos ya que el spanking y todas sus percepciones asociadas son en sí mismas un enorme fetiche, es el de las chicas en cuclillas. Las mujeres en cuclillas, especialmente si llevan una falda estrecha, ejercen sobre mi libido una capacidad magnética de primer orden. El colmo del fetiche es el de la mujer en cuclillas con un uniforme tipo azafata o con un traje de falda (estrecha) y chaqueta, acuclillada buscando algo, muy concentrada ella, en unos cajones bajos o en una zona cercana al suelo. Hay todo un mundo de percepciones que va desde la posición del cuerpo que marca de forma especial caderas, nalgas y piernas; hasta la idea de que la concentración en su actividad haga que en un descuido se puedan ver sus braguitas, inicio de sus medias o su culete (caso de pantalones de tiro bajo); pasando por una cierta actitud de sumisión que una chica tiene cuando está en cuclillas.
En las fotos que provienen de mi Nokia observamos a la izquierda una chica joven deliciosamente acuclillada para atender a su perro y en la foto de la derecha una mujer adulta comprando un pañuelo y enseñándonos la raya de su culete, actitud punible, dicho sea de paso, como quien no quiere la cosa. En el último año una de las mejores percepciones que he tenido es la de una azafata de los trenes de alta velocidad rubia y sexy que, por motivo de su trabajo, se acuclillaba constantemente para deleite de mis ojos.
Los spankos que somos verdaderos niños grandes tenemos varios juegos y varios juguetes. No solo de azotes vive el Hombre. De momento dejo de lado el fetiche medical, sobre el cual me gustaría ver algún artículo en este blog seguido de unos cuantos e inteligentes comentarios.
La palabra fetiche, según recuerdo proviene del portugués y significa algo así como figura, en definitiva un objeto al cual se le profesa una adoración de marcado carácter sexual. Del objeto, esa adoración o fijación que dirían los psicoanalistas, pasa a determinadas partes del cuerpo humano. El ejemplo clásico es la fascinación por el calzado, estilizados y negros tacones de aguja, que pasa a la adoración del pie.
Evidentemente la percepción fetichista puede ir más allá, buscar objetos de adoración más complejos como la de un amigo mío que le gustan las piernas de las chicas, pero no cualquier pierna es capaz de satisfacer su mirada y de despertar su libido, él busca en la calle, en gimnasios, en discotecas, en playas y en todas partes en donde haya piernas de mujer un par de extremidades casi anoréxicas de delgadas pero de músculos muy marcados. Para mi pobre amigo no existe mujer atractiva sino hay una tibia, un peroné, una rótula y un fémur recubiertos de unos fibrados y estrechos gemelos, de unos femorales tensos pero poco voluminosos y de unos isquiotibiales largos y marcados.
Internet tiene una profusa iconografía de casi todos los fetiches posibles, desde fotografías artísticas de damas vestidas en cuero, látex y otros materiales apropiados, hasta fotos de baja calidad y peor gusto. Sin embargo el mundo del fetichismo parece inagotable y a muchos una parte del cuerpo, una prenda de vestir, una determinada posición, un objeto, nos puede despertar el deseo sexual de una forma instantánea. En algún artículo que he leído, especialmente con abordaje psiquiátrico, se decía que el fetichismo era más bien cosa de hombres, yo, sin otro fundamento que mi propia experiencia y lo que me han contado, discrepo de ese punto de vista ¿cómo se explica sino que una mujer sea capaz de gastarse 645 en un bolso de Prada?
Uno de mis muchos fetichismos, de los otros fetichismos ya que el spanking y todas sus percepciones asociadas son en sí mismas un enorme fetiche, es el de las chicas en cuclillas. Las mujeres en cuclillas, especialmente si llevan una falda estrecha, ejercen sobre mi libido una capacidad magnética de primer orden. El colmo del fetiche es el de la mujer en cuclillas con un uniforme tipo azafata o con un traje de falda (estrecha) y chaqueta, acuclillada buscando algo, muy concentrada ella, en unos cajones bajos o en una zona cercana al suelo. Hay todo un mundo de percepciones que va desde la posición del cuerpo que marca de forma especial caderas, nalgas y piernas; hasta la idea de que la concentración en su actividad haga que en un descuido se puedan ver sus braguitas, inicio de sus medias o su culete (caso de pantalones de tiro bajo); pasando por una cierta actitud de sumisión que una chica tiene cuando está en cuclillas.
En las fotos que provienen de mi Nokia observamos a la izquierda una chica joven deliciosamente acuclillada para atender a su perro y en la foto de la derecha una mujer adulta comprando un pañuelo y enseñándonos la raya de su culete, actitud punible, dicho sea de paso, como quien no quiere la cosa. En el último año una de las mejores percepciones que he tenido es la de una azafata de los trenes de alta velocidad rubia y sexy que, por motivo de su trabajo, se acuclillaba constantemente para deleite de mis ojos.